viernes, 30 de noviembre de 2012


Sufres al desear lo que no tienes. Gastas la vida anhelando el milagro definitivo. Conseguirlo significa padecerlo; porque te decepciona, te daña, te duele. Empeñado en tu paraíso, día y noche, nuevo oficio: Mudar en conveniente lo que no te conviene. Te postergas, te desvives, ya no cuentas, ya no eres; pretendes ser el salvador de aquello que te ha vencido. En lo alto, odias; en lo profundo, aún quieres. Lloras por no saber perder lo que nunca has tenido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario